¿Quién es Santiago Aranegui? Para los que no le conocen, digamos algunas cosas que puedan avalar su derecho a opinar sobre tan traída y llevada cuestión, la del misticismo; confianza que necesitará el lector para estudiar de su tesis con objetividad, sin defenzas, sin suspicacias. Abierta a la experiencia que un Místico en la Ciudad presenta.

Santiago Aranegui fue un místico. Sin la vestimenta blanca, sin barbas, sin aire de guru, sin aspecto de santidad, sin sandalias de cuero. Su aspecto fue todo lo contrario a esa imagen estereotipada, viste al estilo occidental, su cara está rasurada y si lo hubiese visto el lector caminando por Wall Street, por ejemplo, lo confundirían con los demás ejecutivos que transitan por esa sección financiera de New York. Quiero decir que Aranegui se parecia a cualquiera de nosotros, exteriormente. Donde comenzaban las diferencias es en ámbito de su ser interno así como en su conducta. Bien acomodado para vivir en la vida social gracias a su carrera triunfal de arquitecto y professor universitario, Aranegui no llego más lejos en en la ascension económica para dedicarse, como lo venia haciendo desde sus años mozos, a servir a sus semejantes orientándolos en el camino hacia la armonización con el Creador. Aranegui fue un ejemplo de lo mismo que enseña a sus alumnos; predico con su propia vida. Fue incapaz de sugerir algo que él mismo no hiciera.